Los virus que infectan a bacterias, llamados bacteriófagos o "fagos", pueden comunicarse entre sí para establecer estrategias de contagio, según revela un estudio liderado por el Instituto de Biomedicina de Valencia (IBV, este de España).
El trabajo define las bases moleculares de un mecanismo de comunicación microbiana y, aunque se desconoce la función biológica de esa comunicación, el hallazgo "podría utilizarse para activar estos microorganismos contra bacterias patógenas o resistentes a antibióticos" utilizándolos como "antibióticos de altísima precisión", según los autores del estudio.
Según la investigación, cuyos resultados fueron publicados en "Nature Communications", los bacteriófagos (también llamados fagos) son los organismos más abundantes de la Tierra y son virus que solo infectan a las bacterias con estrategias que varían según sus ciclos de vida: lisis o lisogenia.
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En el ciclo lítico, tras infectar a la bacteria se multiplican generando múltiples copias que se vierten al medio al destruir (lisar) la bacteria infectada. En el lisogénico, se integran en el genoma de la bacteria sin dañarla, pasando a formar parte de ella durante generaciones.
En este último estado pueden recibir una señal activadora y pasar al ciclo lítico, generando nuevas copias y lisando (destruyendo) la célula hospedadora, algo similar a los virus del herpes o hepatitis delta en humanos.
Los fagos pueden elegir entre ambas estrategias, y aunque en la mayor parte de los casos se desconocen las razones, recientemente se descubrió un mecanismo llamado arbitrium (‘decisión’, en latín) que utilizan algunos fagos para tomar esta decisión entre lisis o lisogenia.
“Es un sistema sencillo y elegante que utilizan los fagos para comunicarse y evaluar la cantidad de parientes que hay en el medio en relación a las bacterias disponibles para infectar”, explica Alberto Marina, investigador que dirige la Unidad de Cristalografía de Macromoléculas del español IBV-CSIC que realizó el estudio.
Una vez infectada la bacteria, el fago produce un ‘mensaje’ (una pequeña molécula llamada AimP), que vierte al medio y es ‘oída’ por el receptor que producen otros fagos en bacterias vecinas, decidiendo entre un ciclo vital u otro.
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Si las bacterias vecinas no están infectadas, los niveles de AimP serán bajos y el fago desarrollará lisis, produciendo más progenie e infectando las bacterias disponibles.
Por el contrario, si las bacterias circundantes están infectadas, los niveles de AimP serán altos y el fago se mantendrá en lisogenia, puesto que, si genera progenie, esta no encontraría bacterias libres que infectar, describe Francisca Gallego, técnica de investigación del CSIC en el IBV y primera firmante del trabajo.